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Solicitud de amistad

Creo que todos hemos leído en numerosas ocasiones la cita de "No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos... no los llamo servidores... los llamo amigos" que se encuentra en el evangelio de san Juan. Pero fue hace poco que le encontré un trasfondo distinto al que tenía superficialmente en las meras palabras. Quiero que avancemos juntos y en orden para desenmarañar un poco la riqueza de esta cita.


Todo comienza con una declaración hecha por Jesús a los 12: "no hay amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos". Es directo y sencillo, no existe un amor más grande que ese, pero ¿Por los amigos? ¿Y si es por un hermano, un padre o un esposo? ¿Por qué el darla por un amigo es un signo más grande? La interrogante es valida, obviamente, pero también sencilla de contestar. Claro que Jesús pudo haber nombrado otro tipo de relación afectiva entre dos personas, pero en lugar de darse el tiempo de enlistar decide abordar la relación fundamental que sustenta todo el afecto que pueda surgir de otros parentescos o relaciones: la amistad. Jesús recalca aquí el valor fundamental que tiene la amistad dentro de las relaciones humanas. Y solo pensemos un poco en esta verdad tan simple. No existe ningún tipo de intimidad, crecimiento afectivo o relación que no haya sido precedida en algún momento por una "simple" amistad.


Excelente, la amistad es algo genial y hermoso, pero ¿Ahora qué? Las siguientes palabras de Jesús son indispensables para dar pie a una intima y profunda relación entre el hombre y Dios. "Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre." (Jn 15, 15). ¡HERMOSO ANDRÉS QUE BONITAS PALABRAS! Pero ¿no las dijo a los 12? La respuesta rápida y sencilla es que si, lo dijo a los 12, pero observemos el "requisito" con el cual Jesús considera a los 12 amigos y no siervos: "les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre". Las palabras hacen click rápidamente porque tanto tú como yo ya hemos recibido o tenido la oportunidad de saber todo lo que Cristo aprendió de su Padre, es tan sencillo como abrir la Biblia y leer los Evangelios. Hermano ¡Es tan fácil como ir a misa y escuchar las lecturas! Si bien Cristo no nos habla directamente con estas palabras somos tocados por el alcance infinito de sus enseñanzas transmitidas a lo largo de los siglos por la Escritura, la Iglesia y la Tradición. Llega a nosotros la onda expansiva de las palabras de Cristo hace miles de años, y nos hace partícipes de esa enseñanza y por ende nos introduce en una sincera amistad con Dios.


Genial, ya tenemos las bases para nuestra relación amistosa con el mismísimo Dios, pero solo queda algo pendiente por hacer. No basta solamente con conocer sus enseñanzas. El mismo Jesús lo dice: "ustedes son mis amigos, si cumplen lo que les mando" Juan 15, 14. Aquí es donde entra nuestra libertad, esa gracia dada por Dios al hombre desde el Principio. Tu ya fuiste introducido a esa amistad con Dios por la revelación que te fue dada, pero está en ti el cumplir los mandatos y voluntariamente decir que sí a la solicitud de amistad que Jesús te da. Lo que verdaderamente importa al final es saber si estás dispuesto a contestar y cumplir. ¿Qué piensas hacer?


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