Del Apocalipsis al día a día católico

Hace poco tuve la oportunidad de volver a leer una parte del libro del Apocalipsis, y si bien el contenido es algo confuso y por lo mismo no es mi libro favorito de la Biblia para leer y meditar, también es cierto que al principio, específicamente en el capítulo 2 y 3, cuando se dirige a las 7 iglesias hay muchas cosas que se pueden rescatar. Y hoy quiero platicarte un poco de algo que san Juan le escribe a la iglesia en Éfeso de parte de Cristo.

El mensaje dado a cada iglesia es uno enviado por Cristo, y a cada uno le dice algo en particular. Con Éfeso empieza de una manera agradable: "'conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. Sé que no puedes tolerar a los perversos... Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer'" (Ap 2, 2a-3). Las cosas pintan bien respecto a lo que Cristo tiene que decir hacia los Efesios, pero no todo es color de rosa para una comunidad eclesial. E inmediatamente se hacen saber los pormenores por arreglar: "'Pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo. Fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior'" (Ap 2, 4-5a).

Con esto tenemos en resumidas cuentas el mensaje de Cristo hacia la iglesia de Éfeso. Todo bien, pero ¿Qué quiero decir con todo esto? Me gustaría que como un pequeño ejercicio pensásemos que la carta va dirigida hacia nosotros de manera personal e individual. Quiero que lo vuelvas a leer así: "(Nombre) conozco tus obras, tus trabajos y tu constancia. (Nombre) , sé que no puedes tolerar a los perversos... Sé que tienes constancia y que has sufrido mucho por mi Nombre sin desfallecer, pero debo reprocharte que hayas dejado enfriar el amor que tenías al comienzo. (Nombre) fíjate bien desde dónde has caído, conviértete y observa tu conducta anterior".

Yo sé que el el libro no está redactado para ser una carta personal, y que en sí mismo ni siquiera es una epístola, sino un libro profético. Pero el hecho de que sea redactada hacia comunidades eclesiales hace que pueda ser transformada con certeza a un mensaje personal al ser nosotros también Iglesia y parte de este Cuerpo.

Hermano, hermana, probablemente no te conozco, pero creo que lo que Juan escribe a los Efesios, y lo que está pasando en aquella comunidad no es algo lejano a lo que se vive día a día en la vida cristiana. Veamos que las situaciones que enfrentamos nosotros en el siglo XXI no son tan diferentes a las que las comunidades afrontaban a finales del siglo I y principios del siglo II. Como personas tenemos que entender nuestro papel particular en la Iglesia, y que nuestras acciones van a repercutir de algún modo en la comunidad que somos; ya sea a nivel local, regional o incluso a escala nacional e internacional.

La vida católica no es una vida sencilla, creo que todos lo tenemos claro. Pero realmente hay un gozo especial que quema el corazón de cada uno de nosotros cuando vivimos en el Amor. Cuando entramos en intimidad con Dios y nos dejamos abrazar por su gracia. Recuérdalo siempre, Él conoce tus obras, tus trabajos y tu constancia, y sabe hasta dónde puedes llegar, y por eso cuando ve de dónde has caído es el primero en querer levantarte para que vuelvas al lugar privilegiado que tiene preparado para ti: la santidad.

Recuerda las bendiciones que Dios ha puesto en tu vida, y nunca dudes de que Él anhela profundamente tu regreso a casa cada vez que te marchas. No tengamos miedo a volver y dejarnos moldear por el Alfarero para ser la mejor versión de nosotros mismos. Esa versión que el mundo necesita de ti, y que Dios puso en esta tierra porque hay algo que tú tienes que ofrecer y que todos necesitamos. Esa parte de Dios que se revelará a través de ti.