Regreso a clases
- Andrés Martínez
- Aug 28, 2020
- 2 min read
Estos días han sido bastante movidos por el inminente regreso a clases, no sé como estén ustedes pero poco a poco yo veo como se movilizan los grupos de WhatsApp de la facu y mis amigos empiezan a hablar y preguntar cómo va a funcionar este semestre. Sin dudas todos estamos ansiosos y emocionados en cierto modo de embarcarnos en un nuevo semestre y en lo personal uno que llevo tiempo esperando por las materias que voy a llevar. Así miles de estudiantes en el país y en el mundo se preparan para un ciclo escolar más, y espero todos tengamos la disposición de crecer como futuros profesionistas. Pero el tener tan presente estos días mi formación académica me hizo pensar en algo que fue dejado más de lado estos días: mi formación humana y espiritual.
No vengo a hablar mal de la escuela ni a criticar a las universidades, por supuesto que son una parte fundamental de nuestro desarrollo y futuro profesional, pero así como le damos un papel tan importante a nuestra educación académica ¿qué rol juega nuestra formación humana y espiritual?
Como humanos tenemos que entender primero que tenemos distintas áreas de crecimiento, y que como católicos es vital el buscar tener siempre un crecimiento integral. No sé trata solamente ser el mejor promedio de mi carrera, sino también de ser la mejor persona que pueda hacer desarrollando mis virtudes, y también el mejor católico que pueda ser aprendiendo más de Dios y mejorando mi relación con Él, y obviamente también ser la mejor versión que podamos ser para con nuestra familia y amigos. En fin, de realmente ir detrás de un crecimiento integral de nuestra persona.
De verdad espero que para ti este inicio de curso sea increíble. Que tus maestros sean agradables, que no tengas mucho ruido en tu casa para tener tus llamadas en Zoom, que las escuelas no exageren con sus tareas solo porque estamos encerrados. Pero también espero que con todo el tiempo que tenemos por la cuarentena te des tiempo de desarrollarte en esos otros ámbitos que forman tu persona. Que alimentes también tu alma, que crezca tu conocimiento y amor a Dios y al prójimo, y que te ejercites en tus virtudes. A fin de cuentas si el propio Jesús "crecía y se fortalecía" (Lc 2, 40) queda claro que es algo que nosotros también debemos procurar.
Comments