Preguntas de emergencia
- Marifer Sosa
- Nov 16, 2020
- 2 min read
La vida interior puede ser muy retadora para todos los que estamos acostumbrados al acelere de la vida, a ir rápido y tener que palomear con varios pendientes cada día, que yo creo que somos la mayoría. A pesar de que es bueno ser productivos y cumplidos, puede que esto nos aleje un poco de nuestra relación con Jesús, de nuestros momentos de reflexión y de recordar el porqué de nuestro existir.
Las semanas anteriores fueron muy agobiantes para mí, estuve estudiando intenso todos los días y tenía todo mi horario planeado rigurosamente para que todos mis pendientes salieran adelante. Reduje mis momentos de oración pensando que no lograría completar con mis deberes y cuando me encontraba en ese tiempo de oración y de estar con Jesús, solo pensaba en los mil pendientes que me esperaban ese día. Trataba de mirar a Jesús pero mi mente necia quería seguir estresada con lo que debía de hacer después.
Esta manera tan acelerada de proceder y de vivir fue resultado de varias semanas de desorganización, de haber pensado muy limitadamente y dejar las cosas para el último. Después de haber pasado por esta montaña de estrés y de volver a mi rutina más tranquila, la oración me volvía a pesar. No es como que de un momento para otro me sintiera alejada, pero las semanas anteriores solo estuve enfocada en que ese tiempo de oración terminara para poder seguir con mi actividad. Estaba viviendo como autómata, sin razonar el por qué de cada pendiente, esto me suele pasar cuando tengo muchos pendientes. El ruido ahoga los momentos de reflexión y de intimidad con Jesús.
Quizás te sientas identificado, quizás no, pero puede que en algún punto de la vida te sientas algo perdido o desconectado. Para estos momentos es muy importante regresar al autor de la vida, que te dirija y que te vuelva a hacer arder tu corazón. Un corazón se acercó a mi y me recomendó que al orar solo me enfocara en preguntarle a Jesús "¿quién eres?" y también "¿quién soy?". Me pareció algo muy básico o poco profundo en un principio, pero Jesús siempre escucha y responde. Jesús no se tardó mucho en contestar a mis preguntas. Estas dos preguntas y sus respectivas respuestas me han estado abriendo los ojos, vuelvo a sentir mi corazón vibrar de alegría, de esperanza, siento que mi vida tiene sentido y que puedo hacer grandes cosas. Recuerdo que estoy llamada al amor y que tengo un padre providente, que se encarga de alimentarme todos los días, que está vivo y que no me suelta.
Estas dos pequeñas preguntas me han ayudado mucho, espero también te ayuden para encontrar tu camino, que te iluminen y que hagan arder tu corazón.
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