Llamados a ser don...

Esta cuarentena ha sido una montaña rusa de emociones y cambios físicos, sociales y espirituales para todos. De un día para otro nos dijeron que no íbamos a poder seguir saliendo. Muchos llegamos a pensar que todo esto iba a ser un pequeño descanso de dos semanas de todo el ajetreo y que todo iba a seguir como si nada. Pero esto llegó para aquietarnos durante un tiempo mucho más largo de lo esperado, estamos obligados de alguna manera a volver al hogar, al silencio, a la tranquilidad.

A pesar de que este tiempo de encierro es ideal para adentrarse al interior y reconectar con Dios y con nosotros mismos, muchos estamos aferrados todavía a vivir con el corazón puesto en cosas que nomás no nos llenan amigos. Platicando el otro día con unas amigas, nos acordábamos de una fase que espero que no les haya pasado en esta cuarentena… la situación fue que estábamos muy tercas de que queríamos tener novio o alguien para pasar el tiempo porque estábamos muy solas y no sé qué tanto. Pero después de que nos agarramos los chongos y nos controlamos, nos dimos cuenta de que realmente no queríamos amar, sino que buscábamos estar con alguien para sentirnos bien, para callar nuestras heridas, nuestra falta de afirmación y para distraernos de lo mucho que traíamos en mente. No buscábamos el amor ni amar, sino que buscábamos callar nuestras heridas e inquietudes (selfish who?). Además de haberlo experimentado, lo veo casi todos los días en Twitter, muchos estamos, estuvimos o llegaremos a sentirlo, que queremos a alguien pero que realmente no es para tener ese amor de entrega sino un “amor” utilitarista.

Creo firmemente que estamos llamados a algo mucho más profundo que una relación basada en el sentirse bien y sentir bonito. Está impreso en el corazón del hombre querer vivir un amor de benevolencia, como el de nuestro Dios, pues estamos hechos a su imagen y semejanza. Estamos llamados al amor de entrega, de sacrificio, de recibir pero también de ser un don, de ser regalo para el otro. Cuántas veces no platicamos sobre cómo sería nuestra relación perfecta y la pareja perfecta, pero parece que buscamos conseguir todo lo contrario con todo lo que hacemos en nuestro día a día.

Pedimos lo infinito y eterno pero nos aferramos a lo finito, a lo rápido, lo que está enseguida. Pedimos algo profundo pero nos aventamos a lo superficial, a lo que me hace sentir bien en ese instante. Pedimos un corazón fiel, pero nosotros que no nos pidan nada de eso. Pedimos tantos requisitos y parece que nosotros nos esforzarnos para llegar a ser todo lo contrario. ¿Y cómo por qué rayos lo hacemos? Pues porque es lo que vemos a nuestro alrededor, todos lo hacen, todos buscan lo inmediato, vemos cómo es que todos exigen pero sin querer darse.

Been there, done that. Pero arriba la esperanza, hoy es un buen día para amar, para empezar a darnos, para saber recibir (que también es un reto), para empezar a sanar lo que tenemos que sanar. Y todo esto de la mano de Jesús, porque nuestras fuerzas no nos dan, pero unidos a Él llegamos lejos.