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La culpa y otros fertilizantes...

La culpa, todo un tema. En las siguientes líneas no pretendo abarcar todos los detalles que involucra ese sentimiento, simplemente quiero compartir una experiencia reciente y el aprendizaje que pude obtener de ella.

¿Alguna vez te ha pasado que tienes un amigo que se siente mal (enojado, triste, abrumado, estresado...) y tú quieres hacer algo para animarlo?

Bueno a mí me pasó algo así hace unos días. Después de un día pesado, yo estaba platicando con un amigo cuya computadora no funcionaba bien, por lo que le propuse que quizá si se metía a investigar en ajustes podría encontrar el problema y arreglarlo. Él lo intentó. Más tarde le propuse que quizá le hacía falta un programa, una actualización de software o algo así para que ahora sí ya funcionara, y él lo intentó también. Y así estuvimos un buen rato, moviéndole aquí y allá en su computadora, creíamos que íbamos avanzando cuando... la laptop se reinició. Creímos que estaba bien, quizá la compu se estaba adaptando a las nuevas modificaciones y programas que le había instalado mi amigo, en unos minutos todo estaría bien... pero no lo estuvo. La computadora se reinició múltiples veces hasta que mi amigo se rindió, y molesto se fue a dormir. Cuando yo me estaba preparando para dormir comencé a sentir algo que hace mucho que no sentía: culpa. Fui yo quien lo alentó para tratar de arreglar la compu... fui yo quien lo motivó a descargar programas, a seguir intentado... quizá no fui yo quien daba click a los botones, pero sin duda que yo estuve involucrada en esto, también era mi culpa.

Me sentía terrible. Yo, la misma que quería alegrarle el día, terminé arruinándole su computadora. Que mala amiga.

Traté de dormirme para no pensar en eso, pero el sentimiento seguía creciendo. Quería que me tragara la tierra, me moría de vergüenza y no quería volver a verlo. Lo único que quería era que su compu volviera a funcionar y no ver su cara pronto, la culpa no me dejaba en paz. En un momento de mucha desesperación le dije a Dios en oración: "Arregla su compu y te prometo que le rezo un rosario a tu Madre. Pero por favor ¡arréglala!" Como me di cuenta que no me iba a dormir pronto le hable a una amiga y le conté lo que me había pasado. Después de desahogarme y ser bastante melodramática respecto al tema, me tomé un momento para pensar en lo que estaba pasando y me di cuenta que la idea que más perturbaba mi corazón era: "no se qué hacer con esta culpa".

La culpa me desbordaba en ese momento, era algo grande y pesado que me estaba aplastando y que quería quitarme desesperadamente. Por eso necesitaba saber qué hacer con ella. Seguí profundizando y descubrí que mi oración a Dios había sido egoísta: yo no quería que se arreglara la compu por buena onda, o sea claro que también quería eso, pero la intención que había motivado esa oración realmente era "ya no quiero sentirme así, quiero deshacerme de este sentimiento tan desagradable". No era una intención de amor, la intención era volver a sentirme bien conmigo misma. No se a ustedes, pero a mí eso no me suena a amor, me suena a egoísmo.

¡Qué importante es la culpa! Claro está que no es un sentimiento agradable, pero al final todos lo experimentaremos múltiples veces en la vida. El chiste de la culpa no es querer deshacerte de ella, porque realmente la culpa, en la mayoría de los casos habla de que te sientes responsable de lo que pasó, y deshacerte de la culpa implicaría deshacerte de la responsabilidad. El que se siente culpable esconde en su interior un deseo por remendar el error, por buscar el bien de la persona que dañó. LA CULPA NO DEBE SER ELIMINADA ASÍ COMO ASÍ. Dios no permite que experimentemos nada que no nos pueda santificar, y creo firmemente que podemos aprender mucho de este sentimiento tan desagradable.

De muy poco vale el hacer una obra buena para dejar de sentirte mal, cuando puedes hacer una obra buena por querer el bien para el otro.

No soy una experta en el tema pero la respuesta que propongo para la culpa es esta: Primeramente aceptarla: sí, yo la regué, dañe a alguien que no quería o me equivoque en tal o cuál cosa, etc... Después, tomar responsabilidad en el asunto, buscar cómo remendar el daño. Y ahora sí, a partir de esto decir: "con todo y mi culpa voy a hacer un acto de amor" no negarla, no ocultarla, agregarla a la historia y saber seguir adelante.

No me detendré aquí a cuestionar los actos buenos que se hacen con intenciones egoístas, porque no es mi intención. Lo que sí quiero, es invitarte a considerar la posibilidad de empezar HOY a hacer nuestras buenas obras con una intención pura de corazón, donde nuestro motor sea el amor.

Jesús nos dijo: "Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros." (Jn 13, 34), pero Él no dijo que iba a ser fácil.

Amar se aprende amando, y en el amor así pasa, uno se equivoca y se siente triste o culpable, pero al tratar de eliminar esos sentimientos también te llevas de encuentro al amor. No se ustedes, pero yo prefiero aceptar esos sentimientos y mantener vivo el amor. Después de todo, hasta el estiércol (culpa y otros sentimientos desagradables) es abono para las plantas (amor <3).


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