Cambios de la vida

La mayoría de nosotros hemos estado en un punto de nuestras vidas donde parece que tenemos todo controlado y pareciera que nada nos va a sacar del camino bien solido que pensamos tener. Pero oh sorpresa, llega algo que nos saca de nuestras riendas, ya sea un suceso o incluso una persona. Es imposible no sentir frustración, y más si eres de las personas que le gusta tener todo “bajo control” incluso sentimientos, porque si, conozco personas que incluso tratan o “controlan” sus sentimientos.

Cuando nos pasa esto, siempre es la misma pregunta en la mayoría de los casos, Dios, ¿por qué permites esto? O, ¿qué me quieres decir con esto? No te puedo contestar estas preguntas, sin embargo, en mi poca experiencia que tengo he podido ver algunas cosas y te las comparto.

Primero, y lo más fácil de ver es que no tenemos el control absoluto de nuestra vida como a veces pensamos, ya sea porque Dios puso algo en nuestro camino o por algún error o cosa positiva que hicimos. El rumbo puede cambiar, y esto porque nuestras acciones tienen una consecuencia, y lo que pasa es que a veces no tenemos medida las consecuencias de nuestras acciones. Y es donde nos llega la sorpresa

No podemos resistirnos al cambio. Por más que intentes bloquear lo que nos esté sacando de nuestras riendas no se va a poder, y esto yo lo aprendí a “la mala”, intentar bloquear sentimientos es como bloquear lo que te hace humano. Lo mejor siempre es tomar eso y sobrellevarlo.

Y lo último que considero más importante es que todo obra para bien. No sabemos si algo que se nos presentó fue por voluntad de Dios, y Él mismo lo puso en nuestro camino o si pasó por cosas de la vida. Lo que sí es seguro es que Dios saca frutos de absolutamente todas las situaciones, y esos frutos son frutos para nuestro beneficio que nos van a ayudar más delante.

Te invito a que te dejes sorprender por Dios y que no tengas miedo de lo nuevo que llegue en tu vida (ya sean personas o situaciones). Personalmente me daba miedo incluso lo positivo que llega de sorpresa, pero te das cuenta de que son regalos de Dios. Eso sí, siempre ten en claro y acuérdate hacia dónde vas. Aun así el camino presente rutas que no contemplabas.