A Jesús también le da sed
- Marifer Sosa
- Aug 10, 2020
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Updated: Sep 6, 2020
Si es que llevas ya un rato de caminar con Jesús probablemente recordarás momentos en los que estabas alejado de Él, pero que por las circunstancias de la vida y por las dificultades te sentías débil y regresabas a Él. Tu alma débil le gritaba a Jesús “Señor, tengo sed, ya no tengo fuerzas.” Y poco a poco Jesús nos acoge en esos momentos hasta sentirnos abrazados, o al menos nos hace sabernos amados.
Muchas veces vemos a Dios como alguien al que podemos recurrir cuando nos sentimos débiles, ¡Y que bueno hermanos! Pero muchas veces se nos puede pasar, o ni siquiera llegamos a considerar que Jesús también tiene sed. Él también sufre de sed. Sufre por la indiferencia que sus hijos le podemos llegar a tener. Jesús no es indiferente a nosotros, nos busca día a día y trata de enamorarnos y llamarnos con todos los medios que se le puedan ocurrir. Nos busca en las montañas, en el cielo, en nuestros papás, en el cariño de nuestros amigos, es un ENAMORADO, un enamorado que muchas veces no es correspondido.
Jesús nunca va a forzar la entrada a nuestros corazones, y no va a dejar de socorrernos cuando lo necesitemos. Él siempre va a estar de brazos abiertos, esperándonos con sus ojitos de enamorado. Jesús está siempre pendiente de nuestros latidos y se derrite cuando le dedicamos al menos uno de ellos. Jesús tiene sed de ti, de tu amor.
¿Y si le dejas descansar un ratito en tu corazón?
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