Un "Si" Perfecto

Estos días estuve reflexionado sobre el "Sí" de María, ese Fiat. En latín la palabra "Fiat" significa "hágase" dar consentimiento, en conclusión, un sí perfecto. Con ese "hágase" cambió todo el destino de la raza humana y vino a nosotros El Salvador. Fue un sí , que alteró completamente los planes que María tenía para su vida y también los de José porque a pesar de que eran buenas noticias las que Ángel venía a dar, eso no excluye que con ella vinieran dolores y agonías. Pero ese "Sí" de María perseveró y cada vez se fue haciendo más perfecto. 

Pensando sobre esto, me acorde del evangelio del domingo pasado. Jesús estaba con los sumos sacerdotes, y les habla de un hombre con dos hijos. Este hombre les pide a sus hijos que vayan a trabajar a la viña, el primero dice que no quiere ir, pero se arrepiente y va, mientras que el segundo dice que si va a ir, y no va. Al final, Jesús pregunta "¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?" A lo que los sacerdotes contestan, "el primero".  

En este pasaje me encontré con dos tipos de "Si":

1. Es el "Si" que damos por dar, porque pensamos que eso es lo que quiere escuchar el Señor. Pensamos que eso es lo que Él espera de nosotros, pero no lo podemos cumplir. Con ese "si" decimos que estamos dispuestos a cambiar, mover, hacer, dejar, etc., pero en realidad no lo estamos. En esos momentos lo que verdadera ocurre es que nuestra voluntad está corriendo en contra de la del Señor porque todavía hay algo que no impide darlo todo de verdad. 
   

2. Es el "Si" que no damos, pero anhelamos. El "si" que nunca llega por creemos no ser suficientes o dignos de cambiar, mover, hacer, dejar, etc. Pero muchas veces sin darnos cuenta, hacemos justo lo que el Señor espera de nosotros, mientras nosotros nos seguimos hundiendo en nuestro mar de inseguridad y no abrimos los ojos a lo que Él está haciendo con nosotros y en nosotros. 

Pero viendo ambos, me di cuenta que ninguno de esos es el "si" perfecto, ninguno de esos es el "Fiat" que buscamos, en ninguno está el  "hágase". El "si" perfecto no se logra siendo como cualquiera de esos dos hijos. Podemos seguir viviendo la vida así, fingiendo un sí, o nunca dándolo, pero si aspiramos a la santidad buscamos seguir el ejemplo que aquellos que ya lo hicieron. María se levantó todo los días diciendo "Si Padre" y cumplió con eso, Jesús se levantó todos los días diciendo "Si Padre" y cumplió con eso. Como ellos hubo muchos más, el cielo está lleno de ellos.

Ese "Si" perfecto que buscamos, es ese tercer hijo que dijo si y fue a la viña tal como su padre quería. Ese tercer hijo que no se vio en la parábola podemos ser tú y yo. Levántate todo los días y di "Si Padre, háganse en mi según tu palabra" y créelo, vívelo y hazlo, y si un día fallamos, para esto tenemos el día siguiente.