Ser jarcor, ser lío, ser santo
- Jessica Bermeo
- Aug 28, 2020
- 3 min read
Hace unas semanas reflexionaba con unos amigos acerca de lo radicales que han sido todos los santos. Pienso en San Agustín, San Francisco de Asís, Santa Madre Teresa de Calcuta, Santa Teresita de Liseaux, San Pablo, entre tantos otros cuyas historias de vida me dejan bastante impresionada, y veo que todas tienen lo mismo en común: su radicalidad.
Todos los santos tienen ese “algo” en sus vidas que los hace parecer extraños en el mundo, una entrega total a Cristo, sin restricciones. Ese eros, esa pasión por Cristo, por saciar su sed, por contemplarlo en la cruz, por acompañarlo en el sufrimiento. Que locura es la vida de un santo, ¡locura de amor! porque obras tan grandes como las que un santo llega a hacer no se puede hacer sin amor.
Desde hace tiempo que Dios me ha estado llamando a profundizar más en este pensamiento de la radicalidad con la que viven (vivieron) los santos, y puedo decir que entre más lo pienso, más me convenzo de que el Señor nos llama a todos a ser ese nivel de radicales hoy en día. A Dios no le basta con que te entregues completamente a Él durante tu semana de misión, en los tres días del retiro, o cuando ves a tus amigos de la Iglesia; conoce la pureza de tus intenciones, sabe que lo amas y por eso le entregas lo que puedes (lo que quieres), y lo agradece muchísimo pero no le basta, porque te quiere a ti completo/a, sin reservas.
No me malentiendas, no quiere decir que tengas que vender hasta lo que no es tuyo, donar todo a los pobres y no vivir con más de un par de sandalias y una túnica. Si Dios te llama a vivir de esa manera ¡que bendición! pero la realidad es que para cada uno de nosotros tiene una idea diferente, como dice el venerable (casi beato) Carlo Acutis “todos nacemos siendo originales pero, muchos mueren como fotocopias”. No seamos una copia de otro santo, seamos santos a nuestra manera.
No es imposible ser así de intensos en el Amor, lo sé, lo he visto. He visto amigos que dan todo su corazón a Jesús crucificado, amigos que ven a Cristo en los más pobres y necesitados en todo momento, amigos cuyas palabras son tan guiadas por el Espíritu Santo que se nota de dónde vienen, amigos que se dedican con tanta fuerza a una causa o un tema, que sólo puede venir de Dios. Amigos tan cracks, tan jarcors, que yo sé que un día van a ser verdaderos santos (y capáz que uno que otro hasta canonizado).
Hoy quiero invitarnos (sí, porque yo también necesito esto) a que nos atrevamos a ser más. Más intensos en nuestro amor, más dedicados a los preceptos del Señor, más entregados al servicio, más determinados a renunciar a nosotros mismos para seguir la Su Voluntad. ¿Por qué habríamos de temerle a ser radicales, si es Él quien lo hará posible?
Recordemos que nuestro Padre sabe lo que hay en el corazón de sus hijitos, y sabe que aunque el deseo de seguir a Cristo está en nosotros, nos cuesta mantenernos firmes en esa decisión. Por eso nos ofrece su gracia, por eso nos ofrece a María para que nos acompañe en esta decisión, y por eso nos da tantas herramientas y oportunidades para santificarnos.
Como alguna vez alguien de esta hermosa comunidad dijo, dejemos al Señor hacer lío en nuestro corazón, tanto que se desborde y llegue hasta la última de nuestras acciones. Seamos intensos, radicales en el Amor y santos.
Comments