La Fe es una Probabilidad

Leyendo un libro de Scott Hahn (crack por cierto), me encontré con una frase muy interesante:

Creer que Dios existe es un cuestión de probabilidades, es como lanzar una moneda. Calculemos ambas probabilidades. Si ganas la apuesta, lo ganas todo; si pierdes, no pierdes nada. No lo dudo entonces, apuesto que Dios existe.

Una frase de Blaise Pascal, ese matemático del que todos aprendimos en la escuela. Quizás, con un argumento como estos no podemos comprobar la existencia de Dios, pero claro que podemos plantear una argumento acerca de si creemos en el o no, de si tenemos fe o no.

La fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. (Heb 11, 1). La garantía de lo que se espera, la ganancia de la apuesta, es increíble como el Señor nos lo da todo para creer en Él, nos lo da todo para confiar en Él.

Creer en Él es una garantía asegurada, es una apuesta ganada, es poner nuestro nombre en un cuarto del reino de los Cielos. Está todo ahí frente a nosotros en bandeja de oro, pero aun así la decisión está en nosotros, el lanzar la moneda y apostar está en nosotros.

Tanto es amor hacia nosotros, que nos da la libertad de escogerlo a Él o no y sea cual sea nuestra decisión nos va a amar. La decisión está en nosotros, en decir "Si" o "No", solamente existen esas dos opciones. El área gris con las respuestas "no se", "tal vez", "hoy si y mañana no" no existe, no es opción, no es válida, en una probabilidad 50/50 solo hay dos opciones "Si" o "No".

Estamos iniciando un nuevo año lleno de incertidumbres, nadie sabe qué va a pasar. Un año donde todos nuestros planes pueden cambiar en un instante, donde un plan pre planeado no existe para nadie, donde solo existe el hoy para todos.

Un hoy en donde podemos agarrar una moneda en nuestras manos y apostar. Apostar por esa garantía, apostar por esa ganancia, o no. Apostar por confiar en Dios y dejarlo todo en sus manos, o no. Apostar con certeza en lo que no se ve, o no. La decisión es tuya.

Este año es el mejor año para acoger en nuestras vidas el verdadero valor de la fe, y que ese granito de mostaza con el que empezamos, poco a poco se convierta en un planta, o incluso el cultivo entero regado con el amor de Dios.