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Inocencia de Niño

Updated: Nov 5, 2020

Ser maestro es de la profesiones más divertidas, sobre todo si tus alumnos son de 1ero de primaria, y tienen 6 años. Llegar a trabajar con ellos, es una aventura nueva todos los días, y está semana comprobé porque los maestros aprendemos más de los niños, que ellos de nosotros. 

Un día estaba explicándoles unas sumas en la clase de matemáticas y los dejé trabajar solos para que practicaran. Después de un rato, una niña viene conmigo con su trabajo terminado. Cuando lo checo, me doy cuenta que tiene varios ejercicios mal y le pido que lo revise. Ella regresa a su lugar y yo veo como se pone a murmurar como si estuviera hablando sola, y pensé que simplemente estaba pensando en voz alta. A los 10 minutos, vuelve a venir y me dice "Miss ya acabe" y se veía muy feliz, como si estuviera segura de que ya estaba todo bien. Al revisar su trabajo, en efecto tenía todos los ejercicios bien, yo me sorprendí, y le pregunté "¿Cómo le hiciste?", a lo que me contestó, "Como Diosito nos ayuda en todo, le pregunté y Él me ayudó" y claro que yo morí de ternura en ese momento, y con gusto califiqué su trabajo. 

Todo ese día me quedé pensando en la respuesta de la niña, y trate de imaginar la reacción del Señor ante la oración de la niña. Si yo morí de ternura, solo me puedo imaginar como Él ha de haber reaccionado y no dudo que le haya derretido el corazón y en efecto le haya ayudado con las respuestas. Lo increíble de todo es que la niña ni siquiera está consciente de la hermosa oración que hizo, ni de la sinceridad que puso en ella, es más creo que ni sabe que eso es hacer oración, en lugar de recitar rezos. 

La inocencia que rodeó todo ese momento, es la inocencia a la que el Señor se refiere cuando dice "hay que ser niños para ir al cielo" (Mt 18, 3). La fe que utilizó esa niña, es la que estamos llamado a seguir, pero a veces es la que nos falta. Entre más crecemos, más empezamos a llenar nuestras oraciones con formalidades innecesarias, y con peticiones complicadas, pensando que las más simples solamente son eso, simplezas. Se nos olvida que ante los ojos de Dios nosotros seguimos siendo niños a pesar de la edad que tengamos, seguimos siendo sus niños. 

Por eso, hoy te invito a aprovechar esa visión que tiene el Señor de nosotros, y empezar a rodear nuestras oraciones de esa inocencia, porque las oraciones sinceras son las que derriten el corazón del Señor y nosotros podemos ser los causantes de eso. 

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