Amar con el Amado

Hoy es día de los Santos Inocentes, nos toca recordar a aquellos pequeños que murieron víctimas de Herodes, quien los mandó a matar para evitar que su reinado terminara o se viera afectado. Hoy también pedimos por nuestros pequeños hermanos, que partieron de este mundo sin poder alzar sus voces, por ellos que no están más con nosotros. Pero hoy también nos toca pedir y dar nuestra mano a aquellos que han sido despreciados, a los rechazados, nos toca velar por los marginados, por aquellos que sufren y no tienen voz aún en vida.

Haber conocido a Jesús y seguirlo cada día con momentos de oración no basta hermanos. Es necesario ser uno con Él, vivir en constante oración, viendo su obra en cada momento, y que al mirar a nuestro alrededor, le reconozcamos, sobre todo en el que se encuentra más apartado y herido, he ahí a nuestro Señor crucificado.

La última semana estuve leyendo el testimonio de Salvador Iñiguez, un predicador que se enfoca en nuestros hermanos que se encuentran relacionados con la prostitución. Se dedica a propagar la Palabra y a compartirles el amor de nuestro Padre, que es ante todo misericordia y perdón. Te recomiendo mucho que leas su testimonio o lo escuches, enriquece muchísimo saber que nuestra Iglesia está llamada a ser de puertas abiertas y que nosotros estamos llamados a ser don y los brazos de Jesús. Después de haber leído un poco de su vida y de cómo es que este evangelizador se ha despojado totalmente y solo busca recordarles a aquellos hermanos que son dignos, que están llamados al cielo, que están llamados a ser santos, plenos y que Dios los mira con amor, como sus hijos; me asombro de su entrega y veo cómo es que el mundo nos propone otro pensamiento y un estilo de vida totalmente diferente.

El mundo nos bombardea constantemente de un pensamiento que nos hace creer que somos merecedores de todo bien, que merecemos lo mejor, pero al final, este pensamiento nos deja infelices, vacíos, insatisfechos en todo momento; pues solo fijamos nuestra mirada a nuestras carencias y vemos nuestra vida llena de desgracia, siempre esperando y nunca estando en el momento presente, nos olvidamos de asombrarnos con lo que tenemos y nos limitamos a quejarnos por aquello que no tenemos. Olvidamos poco a poco que Dios nos está dando vida continuamente. Olvidamos los pequeños grandes detalles que definen nuestra experiencia aquí en la tierra, olvidamos que nos ha dado la vista, el olfato, gusto, la audición, nuestra capacidad de pensar, caminar, movernos, además de que nos encontramos entre comodidades. Dios se nos da constantemente, de manera gratuita y silenciosa.

Es muy fácil caer en el pensamiento de que somos merecedores de todo, pues en todo momento se nos están compartiendo declaraciones de este tipo, vamos aceptando esta manera de pensar sin siquiera percibirlo. Empezamos a acostumbrarnos a recibir, a buscar a Jesús solo para saciarnos. Pero olvidamos que nuestro Dios y nuestro rey es un crucificado. Olvidamos que Jesús decidió despojarse de todo, vivió en pobreza; solo con lo esencial, buscando enseñarle al hombre el camino, la verdad y la vida. Buscó ser fuente de agua viva para los que lo rodeaban.

Así como Jesús fue fuente y alimento; nosotros al seguirlo, debemos ir poco a poco buscar asemejarnos a Él, con Su gracia y Su fuerza, nunca con nuestras fuerzas propias. Estamos llamados a ser el rostro de Cristo para el mundo. Hoy recordamos a los Santos Inocentes, que injustamente fueron ejecutados; no nos toca solo conmovernos con su recuerdo, sino que hoy nos toca alzar la voz por aquellos que no la tienen, por aquellos que se encuentran marginados, por los más despreciados, nos toca ser las piernas y brazos de Jesús, nos toca enaltecer y dignificar a nuestros hermanos con nuestra mirada y con nuestro trato. Es ahí donde Jesús nos llama, pídele la gracia de arder en celo apostolico, de poder ver a Jesús en cada persona que te rodea. Hoy además de recibir, pide la gracia de arder en deseos de darte y de llevar a Jesús a cada persona con la que te encuentres. Hoy nos toca compartir y acoger a nuestros hermanos, que también son hijos del Rey, y nuestra tarea es recordárselos.