10,000 errores después...
- Jessica Bermeo
- Sep 10, 2020
- 2 min read
Recientemente caí en cuenta de que muchas veces en mi día digo “perdón”, ya sea porque en verdad me equivoqué en algo, porque dije o hice algo mal, porque siento que le estorbo a alguien, o incluso a veces sólo por decirlo. Estoy consciente de que no es un muy buen hábito por muchas razones, pero no es eso de lo que quiero hablar. Hoy quiero platicarte un poco de lo que he aprendido después de más de 10,000 perdones, o más bien errores.
En el día a día, todos nos enfrentamos con decisiones que debemos tomar; unas impactan más que otras, algunas impactan tanto que no nos basta con un solo día, ni una semana, ni meses para poder tomarlas. Cuando hablamos de las decisiones de todos los días como qué cereal desayunar, qué canción escuchar, hablar o no sobre tu mamá (si entendiste la referencia, me caes muy bien), yo siempre digo que tomo muy malas decisiones, porque seguido me desatan muchas consecuencias negativas, no muy relevantes claro, cosas que cualquiera podría llamar mala suerte, pero yo tiendo a decir que son mis malas decisiones.
Sin embargo, si me refiero a esas decisiones importantes que no se pueden tomar en el momento, tiendo a tomar las mejores decisiones, bueno, tal vez no pueda tener la certeza de que son las mejores, pero sin duda son buenas. Podrás creer que la razón de que sea así es porque las pienso más y/o mejor, pero no. La razón por la que mis decisiones son mejores es porque las consulto, y no con cualquiera, sino con mi Mejor Amigo, mi Padre y mi Amado.
No es que yo sea la persona más sabia del mundo, es que quien me dice qué debería hacer sí lo es. En la vida no hay mejor consejero que El Amor, pero no esa idea rara que el mundo nos ha hecho creer que es el amor, sino El Amor de Verdad. Es Él quien nos ha creado para dar fruto en abundancia, y esas malas decisiones del día a día (por más simples que sean), nos limitan y no nos permiten ser la mejor versión de notrosos
Entonces reflexionando acerca de todo lo que me he equivocado en los últimos meses, me di cuenta, 10,000 errores después, que mi único error ha sido uno, no amar. No amar(me) lo suficiente, no amar(te) lo suficiente. Mi error es no dirigirme al Amor para preguntarle qué es lo que debo hacer, incluso en las cosas más pequeñas. Y no es que tenga que hacer una oración antes de elegir qué ropa me voy a poner, o qué voy a desayunar. Se trata de hacer todas esas cosas del día a día con el mayor amor posible. Amor a Dios, amor a mí misma, a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros, a mi comunidad, al medio ambiente, en resumen, amor a la vida misma.
Hoy quiero invitarte a que no te esperes como yo a los +10,000 errores para reaccionar, incluye al Amor en tus decisiones de cada momento, y todo obrará para bien, porque nada de lo que hagamos con amor perecerá.
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